La semilla del antisemitismo, ese odio irracional al judío incubado por siglos y siglos en la tradición europea, es transversal e históricamente ha florecido tanto a la derecha como a la izquierda del espectro político. Es de justicia recordar que ese ominoso Holocausto -que muchos 'giliprogres' españoles niegan de una forma u otra- perpetrado por Adolf Hitler se inspiró en los pogromos de la Rusia revolucionaria.
Es muy probable que esa fétida semilla de judeofobia se haya visto cultivada especialmente en España por la tradición cultural de la infame Inquisición. Un idioma que denomina 'judiada' a la "acción mala, que tendenciosamente se consideraba propia de judíos" lo dice todo acerca de la España que durante siglos persiguió con saña a los hebreos, y que en su afán por demostrar su pureza de sangre llegó a poner a un converso a la cabeza del temible Santo Oficio.
Pero lo que es innegable es que en estos momentos está resurgiendo con fuerza el antisemitismo en España, y especialmente en los predios de la izquierda, esa izquierda sin referentes tras la caída del Muro, esa izquierda relativista, multiculturalista, pacifista, etnicista y en definitiva extravagante que está abriendo las puertas de Occidente a los nuevos bárbaros de Oriente.
Ahí tenemos a Zapatero abanderando la defensa del terrorismo antijudío con su pañuelo palestino al cuello, ahí tenemos al ministrillo del Interior catalán Joan Saura manifestándose en Barcelona junto a encapuchados blandiendo pistolas, terroristas que poco después atacaron una sinagoga, y aquí tenemos para burla y escarnio internacional a un mamarracho de la Audiencia Nacional, un juez 'pijiprogre' ansioso de salir en todos los medios de comunicación mundiales, que pretende nada menos que encausar a un ex ministro de Defensa israelí. No podría existir mejor demostración de esa izquierda extravagante que nos invade.
Naturalmente, una vez marcado el blanco por los 'señoritos' -Zapatero, Saura, el juez Andreu-, las tropas de asalto hacen el trabajo sucio. Ayer mismo, por segunda vez, fue atacada una sinagoga en Barcelona con agresión a un empleado incluida.
Pero no olvidemos que como dijo Martin Luther King "algún día, nuestra generación no sólo lamentará los actos malvados de los malos, sino también el terrible silencio de los buenos". El problema no son los malvados que riegan y abonan la semilla del antisemitismo, sino la mayoría silenciosa que calla, porque en el fondo piensa, como lo hace también acerca de los perseguidos por los nacionalismos, que "algo habrán hecho".
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