Resulta divertido ver cómo los medios de comunicación, que no la mayoría de los ciudadanos afortunadamente, siguen con atención las movilizaciones de los mamporreros paniaguados de Zapatero para levantar el voto caído y avanzar en la larga marcha hacia la ‘revolución’ del 2012, que no es otra sino volver a ganar una elecciones que a día de hoy estaban perdidas por la nefasta gobernanza de Zapatero y sus mariachis analfabetas y analfabetos.
Es un tren de largo recorrido, como el que comenzó el aparato de agitprop zapaterino con las manifestaciones del Prestige, luego del no a la guerra, después no se qué, finalmente el 13-M asaltando las sedes del PP. Para revertir una situación electoral de previsible derrota hay que comenzar muy pronto a agitar las banderas y levantar las barricadas por la calles, en los parlamentos, en las televisiones.
Por eso las huestes zapateriles han comenzado ya a agitar desde todos los frentes el guerracivilismo, y más que lloverá. Por un lado asnos artistas del cálido establo gubernamental, viejas momias comunistas sin arrepentir, intelectuales orgánicos del régimen, en fin, la vieja extrema izquierda totalitaria trata de crear bulla en torno a un juez presuntamente prevaricador, que tiene como todos los ciudadanos el derecho a un juicio justo, pero no a la impunidad como reclaman los antifranquistas sobrevenidos. Por otro lado ex socialistas pasados al nacionalismo como en su día hiciera Mussolini levantan también barricadas de la mano de los separatistas de todo pelaje para agitar también a las masas de la periferia, véase Montilla.
¿Y qué? ¿Les vamos a seguir la corriente? ¿No está claro que se trata de 'macguffins', de señuelos del agitprop de Zapatero para que desviemos la atención de lo realmente importante? Ni el TC, ni el estatut, ni el TS, ni Garzón, son los problemas reales de los ciudadanos. Los terribles problemas de los españoles son la demolición de la sociedad española en sus dos vertientes: voladura política por el cantonalismo suicida de Zapatero y destrucción económica por el sectarismo ignaro de Zapatero. No será un servidor quien se deje engañar por el Maquiavelo de León.
Sobre todo porque si les seguimos la corriente los señuelos de ZP podrían convertirse en la tercera demolición, la sociológica, por el reverdecimiento de la fractura guerracivilista que destruyó España entre 1934 y 1939.