28 junio 2009
LA IGUALDAD DE LOS ESPAÑOLES
Tenemos una constitución previa al desarrollo de las autonomías regionales y que por lo tanto necesita una reforma para cerrar el proceso y garantizar la igualdad de los ciudadanos españoles. Tenemos una ley electoral inicua que fomenta las partitocracia de un bipartidismo apuntalado por las fuerzas neocaciquiles periféricas y que prácticamente impide la emergencia de otras fuerzas nacionales que puedan ser impulsadas por los ciudadanos que sencillamente desean otros rumbos.
La igualdad de los ciudadanos españoles ya no existe en algunas partes de España, como prueba la imposibilidad de educar a los hijos en lengua española en casi un tercio del territorio nacional. Pero la igualdad de derechos, bien consustancial a la democracia como la libertad individual, está todavía mucho más amenazada por la deriva confederalista del PSOE zapaterista, por vía de los nuevos estatutos de autonomía que rompen la igualdad cívica y por los proyectos de financiación que pretenden financiar más y mejor a las comunidades autónomas que aportan más votos.
Y si en este camino de iniquidad lleva la batuta el PSOE gobernante, el PP no le anda a la zaga, votando estatutos como los de Andalucía o Valencia, tratando de arrimar el ascua a su 'sardina autonómica' y por supuesto sin denunciar la inicua fiscalidad de vascos y navarros.
Para quien no entienda la terrible desigualdad que se está forzando en España en temas fundamentales como la Enseñanza o la Sanidad, Victoria Prego en un magnífico artículo en el diario El Mundo ejemplifica con contundencia la deriva insolidaria, con casos concretos de hospitales y escuelas.
Ya sabemos que hay un partido emergente que es plenamente consciente de esta degeneración democrática del Estado y que pretende la reforma de las leyes y la regeneración democrática para garantizar la igualdad de los españoles en deberes y derechos. La propia ley electoral coarta sobremanera la consecución de escaños a los que no pertenecen al club privado de la partitocracia española. Pero la necesidad democrática es tan imperiosa, que a pesar de todos los pesares políticos, mediáticos y financieros el partido de Rosa Díez va avanzando poco a poco; sólo si somos muchos los ciudadanos concienciados de la necesidad de un cambio de rumbo, lograremos que sea una realidad lo que proclamaba nuestra constitución: la igualdad de los españoles.
La igualdad de los ciudadanos españoles ya no existe en algunas partes de España, como prueba la imposibilidad de educar a los hijos en lengua española en casi un tercio del territorio nacional. Pero la igualdad de derechos, bien consustancial a la democracia como la libertad individual, está todavía mucho más amenazada por la deriva confederalista del PSOE zapaterista, por vía de los nuevos estatutos de autonomía que rompen la igualdad cívica y por los proyectos de financiación que pretenden financiar más y mejor a las comunidades autónomas que aportan más votos.
Y si en este camino de iniquidad lleva la batuta el PSOE gobernante, el PP no le anda a la zaga, votando estatutos como los de Andalucía o Valencia, tratando de arrimar el ascua a su 'sardina autonómica' y por supuesto sin denunciar la inicua fiscalidad de vascos y navarros.
Para quien no entienda la terrible desigualdad que se está forzando en España en temas fundamentales como la Enseñanza o la Sanidad, Victoria Prego en un magnífico artículo en el diario El Mundo ejemplifica con contundencia la deriva insolidaria, con casos concretos de hospitales y escuelas.
Ya sabemos que hay un partido emergente que es plenamente consciente de esta degeneración democrática del Estado y que pretende la reforma de las leyes y la regeneración democrática para garantizar la igualdad de los españoles en deberes y derechos. La propia ley electoral coarta sobremanera la consecución de escaños a los que no pertenecen al club privado de la partitocracia española. Pero la necesidad democrática es tan imperiosa, que a pesar de todos los pesares políticos, mediáticos y financieros el partido de Rosa Díez va avanzando poco a poco; sólo si somos muchos los ciudadanos concienciados de la necesidad de un cambio de rumbo, lograremos que sea una realidad lo que proclamaba nuestra constitución: la igualdad de los españoles.
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