03 febrero 2006

ISLAMISMO, EL NAZISMO DEL SIGLO XXI


Decir que el islamismo puede ser el nazismo del siglo XXI no es una expresión extremista; es reconocer que hay un proceso en marcha a nivel mundial para acabar con la Modernidad, con Occidente, con la democracia liberal, y que en ese proceso el fanatismo islamista juega un papel similar al que prestó el nacionalsocialismo alemán en el siglo pasado.

Porque el islamismo, entendido como integrismo y fundamentalismo musulmán, tiene un programa mundial para derrotar a los infieles -ateos, judíos y cristianos principalmente- y su civilización donde impera la Ley y la separación Iglesia-Estado, con objeto de aplastar los derechos humanos y los derechos civiles bajo el peso de la bota de la “sharia”, de la sumisión del individuo a Dios. El nazismo pretendía exactamente lo mismo, tan sólo sustituyendo el mito islámico por el mito nacional, es decir, aplastar a los ciudadanos bajo el peso de la bota del “volksgeist” o espíritu nacional, de la sumisión del individuo a la nación étnica.

Ambos son programas totalitarios, irracionalistas, espiritualistas, cuyo objetivo es acabar con la Modernidad. Ambos son movimientos fanáticos que arrastran a las masas con su populismo y demagogia, creados en el caldo de cultivo de un amplio sentir aparentemente inocuo, como son la religión musulmana y el nacionalismo; pero estas ideologías llevan en su seno el germen de la destrucción de la libertad, porque ambas se basan en la sumisión del individuo a un ente sobrenatural como Alá o metafísico como la nación étnica. Y curiosamente, ambos navegan en el mar del antisemitismo.

Cuando en Occidente llevamos más doscientos años liberados de la teocracia cristiana y tenemos libertad de expresión para manifestar el racionalismo crítico y la sátira contra el oscurantismo y la superstición, vemos con asombro que se puede freír un Cristo en una sartén en la televisión de Polanco, por ejemplo, pero al parecer no es políticamente correcto dibujar en un periódico una sencilla caricatura de Mahoma.

El problema no es que el islamismo se rebele contra Europa por esa expresión de libertad. El problema es que una buena parte de los políticos y de los medios de comunicación europeos den la razón a los fanáticos, aduciendo que hay que respetar todas las culturas. Estos relativistas culturales son los mismos que piden permiso para la sumisión de la mujer al varón porque es parte de la “cultura islámica”, permiso para el terrorismo en nombre de la “liberación nacional”, permiso para la ablación del clítoris en las mujeres por ser parte de la “identidad cultural”. Son los mismos que hacen de quintacolumna en Occidente ante el asedio que sufre la Modernidad, son el caballo de Troya del islamismo en la civilización moderna.

Hoy hemos sabido que los gobiernos que apoyan en la ONU la estrategia nuclear de Irán, que mientras construye la bomba atómica declara su intención de borrar del mapa a Israel, son Fidel Castro y Hugo Chávez, los amigos de ZP. ¡Recordemos que el presidente español quiere organizar una alianza de la democracia occidental con las dictaduras nacional-comunistas y con las teocracias!

Decía Hannah Arendt que los culpables del exterminio nazi no fueron los pocos “malvados” que lo proyectaron, sino los muchos “buenos” que lo permitieron, en un proceso de banalización del mal. Pues eso, los culpables del exterminio de la democracia moderna no serán sólo los islamistas, sino esa izquierda posmoderna, relativista y contracultural que lo está permitiendo.

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