La amenaza, lo hemos repetido muchas veces, no proviene de una minoría de nacionalistas periféricos, que nunca podrían implosionar la nación constitucional española por sí mismos, sino por el 'dejar hacer' de los grandes partidos nacionales, primero el PSOE y ahora también el 'nuevo PP'.
Si el 'zapaterismo' consistía en apoyarse en los nacionalistas -llamados radicales- en su lento pero implacable proceso de destrucción nacional, para disfrutar de sus votos y gobernar en los restos de España, el 'marianismo' consiste en más de lo mismo, apoyarse en los nacionalistas -llamados moderados- para llegar a la Moncloa. Si el 'zapaterismo' nos narcotizaba con sus 'mantras' de paz, talante, diálogo y respeto, ahora el 'marianismo' nos intenta anestesiar con sus 'mantras' de centro, mujeres, diálogo y futuro. Parecidas mamarrachadas para engañar a incautos. PSOE y PP aspiran a la poltrona máxima, y saben que para ello -atendiendo a la correlación de fuerzas políticas existentes hoy en España- tendrán que arrojar a la basura los derechos cívicos de los ciudadanos españoles. Los defensores -de izquierdas y de derechas- de la unión de los españoles para mantener su igualdad en derechos y deberes sólo tienen ya un único partido auténticamente nacional: UPyD.
Porque no hay diferencia entre moderados y radicales en el mundo nacionalista. Todo nacionalista que se declare como tal quiere construir su nación mítica inexistente -es la definición de nacionalista-, para lo cual la única vía es la destrucción de la única nación realmente existente, la española. La sola diferencia es la estrategia, unos piensan que lo mejor para su objetivo es proclamarse independentista sin tapujos (ERC, ETA, parte de CiU, parte de PNV, parte del BNG), y otros piensan que lo más inteligente es el hipócrita 'pasito a pasito' soberanista (el resto de los nacionalistas).
Ibarretxe, con el voto de los sedicentes moderados de su partido -el PNV- y el necesario de un representante de ETA -el PCTV o Partido Camuflado de Terroristas Vascos-, así como con el de esa prostituta vieja y remaquillada que es la IU comunista, ha conseguido sacar adelante en el parlamento vasco una declaración radicalmente inconstitucional, el derecho de los ciudadanos de un pequeño territorio a decidir sin contar con el resto de los españoles, conjunto entero en el cual recae la soberanía nacional según nuestra ley de leyes.
No sé si se puede llamar al órdago de Ibarretxe jurídicamente sedición, pero en la práctica lo es, sin ninguna duda. Por mucho que ZP nos tranquilice con su previsible impugnación del sedicioso referéndum, el daño ya está hecho, la nación española se ha resquebrajado un poco más, y el futuro es algo mejor para los que sacuden el árbol y especialmente para los que recogen las nueces. Porque contra lo que opinan el PSOE zapaterista y el PP marianista, arreadores y recogedores son los mismos, se trata tan sólo de un inteligente reparto de funciones. El 'poli bueno' y el 'poli malo' siempre trabajan para un solo objetivo.
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