Lo que sí es similar a la Alemania años 20 es esta esquina de España llamada Cataluña. Todavía existe la democracia formal, pero los nacionalistas llevan 30 años lavando el cerebro en las escuelas, en los púlpitos y en los medios de comunicación, tal y como hicieron los nacionalistas 'völkisch' durante muchos años previos a la irrupción de los nazis, de forma que es casi imposible salirse del guión nacionalista, y aquel que se sale, como una buena parte del PP catalán y el partido Ciutadans, es acusado de 'fascista' (sic).
Los miembros del PP, los de Ciutadans y los movimientos cívicos que se han levantado contra el 'nacionalismo obligatorio' han sido frecuentemente insultados, amenazados e incluso agredidos por los jóvenes separatistas que se mueven en la órbita más o menos lejana de los sedicentes nacionalistas democráticos.
Los nazis catalanistas hasta copian milimétricamente las técnicas de sus epónimos alemanes, y una de sus hazañas favoritas consiste en señalar las tiendas o domicilios de las 'ratas españolas' con pinturas de muerte, como han hecho esta semana en la tienda de los padres de Albert Rivera, el presidente de Ciutadans.
Justo como hacían los nazis alemanes. Esto ya es 'Catalemania'. Pronto nos obligarán a llevar una estrella amarilla en el antebrazo, para que los ciudadanos de segunda que somos los no nacionalistas estemos siempre señalados, a la vista y a disposición de la autoridad. Nacionalista, por supuesto.
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