¡Qué decadencia la de Europa! Mientras en Japón millones de personas sufren la dramática pérdida de sus seres queridos, sus viviendas, sus bienes, todo lo que tenían, soportando continuos temblores de tierra tras el 'big one', los medios de comunicación europeos llevan una semana hablando sólo de la central nuclear de Fukushima y sus posibles consecuencias para las centrales europeas. Y el comisario europeo de Energía hablando de Apocalipsis nuclear. ¿Se acuerdan del Apocalipsis de la gripe A? ¡Qué miseria humana nos corroe a los europeos! ¡Ni el imperio romano en sus estertores llegó a un nivel tan bajo de valores morales!
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Nunca Oriente y Occidente han estado más alejados que ahora si nos referimos a la tragedia japonesa. Ellos han sufrido el 'big one' con su descomunal tsunami, y nosotros enredados en la demagogia antinuclear. Ellos combatiendo el accidente de Fukushima y nosotros hablando de Apocalipsis. Ellos reconstruyendo el país, y nosotros pontificando sobre fuentes de energía. Para observar este estrabismo mediático, podemos recurrir a las crónicas de Sánchez Dragó en El Mundo. Al principio, desde Bangkok y por Internet, el escritor hablaba del Apocalipsis sísmico y del holocausto atómico. Desde que ha llegado a Tokio, sus crónicas nos develan la auténtica realidad de una sociedad en calma, que trata de enterrar a sus muertos y reconstruir el país. Una vez más la realidad nos puede estropear una demagógica exclusiva.
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A la vista de la estoica respuesta de la sociedad japonesa a su tragedia sísmica y del cínico comportamiento de la sociedad europea respecto al accidente nuclear, puedo decir parafraseando a Lord Byron al respecto de los hombres y los perros que "cuanto más conozco a los europeos, más admiro a los japoneses".
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