India es el segundo país más poblado del mundo, 1.200 millones de personas lo conforman, y gracias a la influencia colonial portuguesa y británica primero y a la parcial occidentalización después, es uno de los pocos países del llamado 'tercer mundo' que se puede considerar una democracia, aunque tenga algunas deficiencias. Muchísimo más democrático por ejemplo que la 'dictablanda' rusa y por supuesto que la dictadura china.
Desgraciadamente India por razones históricas es un país rodeado de estados musulmanes, y el camino indio hacia la democracia liberal, hacia la única civilización realmente existente que es la occidental, le hace ser doblemente objetivo de los musulmanes fanáticos, es decir, de los islamistas. Para ahondar aún más en el odio islamista, en estos momentos el gran país del subcontinente está gobernado no por los nacionalistas hindúes, que se están radicalizando ante la ofensiva musulmana, especialmente proveniente del vecino Pakistán, auténtica caverna donde se ha incubado el islamismo sunní, sino por el partido del Congreso, lo más parecido a una fuerza liberal y democrática al estilo occidental.
La masacre de Bombai, que no es el primer atentado de la 'yihad' en tierras indias ni desgraciadamente será el último, ha dejado un saldo todavía no cerrado de más de un centenar de muertos y varias centenas de heridos. Ha tenido también el aspecto relevante para nuestro país de que ha pillado en medio a la presidenta de Madrid y diversos componentes de su delegación político-empresarial, además de algún otro conciudadano.
Esperanza Aguirre ha salvado la vida de milagro, y el trágico incidente nos ha revelado aun otro desdichado aspecto de la política española. También ha sufrido las consecuencias del múltiple atentado una delegación de eurodiputados, entre los cuales estaba el nacionalista catalán Ignasi Guardans. Pues bien, cuando todo el mundo, incluidos los adversarios políticos de Esperanza Aguirre, desde Zapatero al monarca, han felicitado a la presidenta por salvar la vida de milagro entre charcos de sangre y le han mostrado su afecto ante esa peripecia humana que hace olvidar los rencores políticos, el nacionalista Guardans no ha tenido más comentario que criticar políticamente a Esperanza Aguirre por según él haber salido corriendo de la masacre (sic).
Guardans es un nacionalista, y por tanto es un fanático. Fanático que no mata como otros, pero que hiere con la palabra y que anima a otros fanáticos a matar. Miserable Guardans. Miserable catalanismo.