Esta semana hemos podido ver una doble imagen deprimente para este pobre país azotado por los vientos posmodernos del nacionalismo separatista, del multiculturalismo segregacionista, del progresismo de salón, del feminismo analfabeto, del ecologismo de coche oficial y del pacifismo hollywoodiense: Europa agasajando la gira triunfal del candidato demócrata americano Obama y España riendo los groseros chistes del coronel golpista venezolano Chávez.
Dos imágenes opuestas que corresponden a dos dinámicas opuestas. Hemos visto a los gobernantes de la Europa 'real', desde la democristiana Merkel al liberal-conservador Sarkozy, pasando por el laborista Brown, recibiendo con los brazos abiertos al representante de la izquierda liberal norteamericana, una izquierda que por liberal nada tiene que ver con la izquierda zapaterista. Y hemos visto al monarca y al presidente de gobierno españoles aguantando los retrasos chulescos del gorila venezolano, sus zafios chistes sin gracia, y lo que es mucho peor, su ejercicio del poder totalitario que ha acabado con la oposición política y con la libertad de expresión en su país, y ha exportado a otros países iberoamericanos su indígenosocialismo -que tanto recuerda al nacionalsocialismo por pretender el poder total abanderando un populismo basado en la raza por encima de los individuos.
Mientras la izquierda moderada de Obama proclama la libertad individual y la igualdad de derechos y deberes como los pilares de la democracia liberal, y en consecuencia defiende los derechos de Israel como única democracia rodeada de un enjambre de dictaduras árabes de todo tipo y de grupos terroristas, y combate el mayor peligro que existe en el siglo XXI para la democracia cual es el islamismo como doctrina totalitaria político-religiosa, la izquierda de Zapatero es una izquierda compañera de viaje de todos los sectarios del mundo, desde el comunismo cubano hasta el indigenismo iberoamericano, pasando por los teócratas, sátrapas y dictadorzuelos orientales.
Obama en Alemania, Francia y Gran Bretaña; Chávez en España. Una imagen vale por mil palabras.
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