22 septiembre 2012
ARTUR MAS Y EL GUSANO DE DENNETT
El nacionalista catalán Artur Mas se ha quitado al fin la careta y se ha puesto a la cabeza de la manifestación, es decir, del secesionismo catalán. Mientras la chusma, engañada por este giro populista, aúlla de satisfacción mientras olvida los recortes sociales y los impuestazos, las elites económicas y sociales se mesan los cabellos. Ellos saben que la secesión de Cataluña, además de ser una insurrección inconstitucional, supondría la ruina de una Cataluña que quedaría fuera de la Unión Europea y del euro, a la cola junto a naciones de pitiminí como Montenegro o Macedonia.
El problema es que 'Artur Masolini' -al que llamaremos así por mostrarse como un epígono del nacionalista Mussolini por organizar una 'marcha sobre Barcelona' al estilo de la histórica 'marcia su Roma'-, se ha montado a la grupa de un tigre que, además de arruinar y llevar al enfrentamiento cívico a la sociedad catalana, le va a devorar a él también como dirigente político.
¿Cómo es posible que un líder político, y con él buena parte de la sociedad catalana, se suiciden? El filósofo americano Daniel C. Dennett nos los explica en "Romper el hechizo", uno de sus últimos libros:
"Vemos un hormiga en el prado, escalando laboriosamente una hoja de pasto, más y más alto, hasta que cae. Luego escala otra vez, y otra vez, como Sísifo empujando su roca, siempre intentando alcanzar la cima. ¿Por qué la hormiga hace eso? ¿Qué beneficio busca para sí misma en esta actividad tan fatigosa e inusual? Ésta es, justamente, la pregunta equivocada. No le produce ningún beneficio biológico. La hormiga no está tratando de obtener una mejor vista del territorio, ni está buscando alimento, ni está intentando exhibirse frente a una potencial pareja, por ejemplo. Su cerebro ha sido confiscado por un diminuto parásito, una pequeña duela (Dicrocelium dendriticum), que necesita llegar al estómago de una oveja o de una vaca con el fin de completar su ciclo reproductivo. Este pequeño gusano del cerebro conduce a la hormiga a determinada posición para beneficio de 'su' progenie, no de la progenie de la hormiga. Éste no es un fenómeno aislado. Parásitos manipuladores similares infectan a los peces y a los ratones, entre otras especies. Estos autostopistas hacen que sus anfitriones se comporten de modo inusual, incluso de modos suicidas, todo por el beneficio del huésped, no del anfitrión.
¿Acaso a los humanos les ha ocurrido alguna vez algo semejante? De hecho, sí. Con frecuencia encontramos a seres humanos que dejan de lado sus intereses personales, su salud, sus oportunidades de tener hijos, y dedican sus vidas enteras a fomentar los intereses de una 'idea' que se ha alojado en sus cerebros. La palabra arábiga 'islam' significa "sumisión", y todo buen musulmán da testimonio, ora cinco veces al día, da limosna, ayuna durante el mes del Ramadán y trata de cumplir con la peregrinación, o 'hajj', a La Meca, todo en nombre de la idea de Alá y de Mahoma, el mensajero de Alá. Por supuesto, los cristianos y los judíos actúan de modo similar, dedicando sus vidas a predicar la Palabra, haciendo inmensos sacrificios, sufriendo con coraje, arriesgando sus vidas por una idea. Así también los sijs, los hindúes y los budistas. Y no hay que olvidar a los miles de humanistas seculares que han dado sus vidas por la Democracia, o la Justicia, o simplemente la Verdad. Hay muchas ideas por las que vale la pena morir".
Fascismo y comunismo nos trajeron en el siglo pasado millones de muertos; nacionalismo e islamismo son los parásitos mentales de la nueva centuria que nos acechan para destruir no sólo nuestra libertad sino nuestra vida. No todas las ideas son respetables, y el deber de la democracia es defendernos no sólo de los criminales sino de los suicidas, y por lo tanto no dar cuartel a los virus meméticos que alientan el fanatismo de muchos seres desgraciados.
Quien no comprenda que debemos impedir que este tipo de parásito mental, el 'gusano de Dennett', nos conduzca a la destrucción y al caos, como a nuestra pobre hormiga, no ha entendido la historia, ni entiende nada.
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