30 diciembre 2009

¿QUÉ GOBIERNO EN EL 2012?


Como algunos hemos dicho en muchas ocasiones, el Príncipe de los bo-bos, Zapatero, ha reinado mientras la buena situación económica de España permitía superar una masa crítica de nuevos ricos, progres de salón, pacifistas de moqueta, ecologistas de limusina, feministas de pasarela, anticlericales con velo y antiamericanos hollywoodenses, que unida a un sector del tradicional electorado de izquierdas que vota como ‘hooligans’ de un equipo de fútbol, le otorgaban mayorías minoritarias pero suficientes para gobernar, siempre pagando momios e inconstitucionalidades a las rameras políticas de las Cortes, los partidos nacionalistas.

La nefasta política económica del adolescente Zapatero está trayendo la ruina a muchos españoles y esa masa crítica de antiguos ricos está empezando a pedir más gobierno y menos videoclips de la era de Acuario, más acciones políticas y menos ansias de paz, más medidas económicas y menos talantes, más resolución de problemas y menos alianzas de civilizaciones.

Las encuestas lo dicen, el PP puede ganar las próximas elecciones generales, pero nunca con mayoría absoluta. ¿Qué puede hacer Rajoy para habitar la Moncloa? Pues lo mismo que hizo Aznar en su primera legislatura: pactar con los nacionalistas, previsiblemente con CiU. Para ello el PP catalán ya le está echando los tejos al ‘moderado’ Artur Mas, y el equipo de Rajoy está tendiendo puentes. ¿Moderado Mas? El líder de Convergencia ha dejado claro que su partido, como toda fuerza nacionalista, aspira a la secesión de España, y que tan sólo maneja diferentes tácticas más o menos extremistas o moderadas según ‘aconseje la jugada’.

Por tanto, un PP convertido por Rajoy en una nueva CEDA, en una confederación española de derechas autónomas donde sus neocaciques regionales ya se blindan el agua o excluyen el castellano de las aulas, comprando el gobierno de España a las meretrices políticas de los nacionalismos no se presenta como la solución para esta España en descomposición que deja Zapatero. Una España confederal además de ser una ignominia democrática y un caos político, es una ruina para los gastos del Estado, duplicando y hasta triplicando estructuras y gastos de una manera atrabilaria. Baste decir que al comienzo de la Transición había en España menos de un millón de funcionarios y ahora tenemos cerca de tres millones.

Es necesaria una regeneración democrática, y para ello hay que dinamitar el bipartidismo secuestrado por los separatistas. Sólo cuando para gobernar el PP pueda aliarse con un tercer partido nacional en lugar de ser chantajeado por los nacionalistas, podremos revertir la descomposición política y económica española. Y sólo cuando un nuevo PSOE, con un líder más fiel a la tradición de la izquierda ilustrada pueda pactar con ese tercer partido nacional para volver a gobernar, habremos restablecido la unión de España como nación de ciudadanos libres e iguales.

Quizá nunca en la historia de España fue más necesaria la emergencia de un tercer partido reformista y transversal, nacional pero no nacionalista, progresista pero no progre, liberal pero no conservador, laico pero no anticlerical, tolerante pero no relativista.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Qué significa un partido liberal? ¿Que respete el parlamentarismo? Eso ya lo vienen haciendo los socialdemocratas y neocomunistas desde hace mucho.

¿O significa un partido que desmantele el ya muy dañado Estado del Bienestar para ahondar en la perniciosa americanización de la economía y de la sociedad españolas? Me estoy refiriendo en reducir los derechos laborales a meros acuerdos particulares; en convertir el Sector Público en un reducto de caridad cristiana; en dejar que el "libre" mercado campe a sus anchas sin ponerle trabas para que sigamos "creciendo"...

Si un partido liberal tiene que ser esto en mayor o menor grado, más vale que no aparezca nunca en escena. No nos hacen falta más partidos de derechas, para eso ya están los nacionalistas, el PP y el mismo PSOE.

El Capitán Trueno dijo...

El liberalismo es mucho más que el ámbito económico al que parece que ha quedado hoy reducido. El liberalismo nació como la izquierda frente a la derecha, el tradicionalismo y el confesionalismo. Hay que recuperar a día de hoy otros ámbitos del liberalismo, como el político -laicismo, extensión de libertades, igualdad de derechos y oportunidades, independencia de los tres poderes- y como el cultural -prevalencia del individuo frente al colectivo, universalismo frente al localismo, valores fuertes frente al relativismo-.

Hay un liberalismo conservador y hay un liberalismo progresista, según predominen unos u otros aspectos.