08 junio 2008

EL LIBERALISMO ESPAÑOL EN LA ENCRUCIJADA


I) CONTEXTO

Ser liberal es defender la libertad bajo el imperio de la ley, es decir, defender los derechos de la persona; derechos individuales, naturalmente, porque cualesquiera otros son ficticios, como los supuestos derechos colectivos de un pueblo, una clase o una comunidad religiosa. La razón es que las personas son seres reales, y los colectivos únicamente constructos mentales para definir grupos sociales.

Precisamente la revolución liberal que inició la Modernidad consistió en convertir a los súbditos en ciudadanos, porque disolvió los estamentos, castas, feudos, comunidades y todo tipo de colectivos que ostentaban la soberanía en el Antiguo Régimen, triturándolos para proclamar la soberanía de los átomos sociales, es decir, de los individuos.

Revolución que se inició en la Inglaterra de 1689 con la Carta de Derechos (Bill of Rights), prosiguió con la Declaración de Derechos de Virginia en el marco de la Revolución Americana de 1776, y culminó con la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789 realizada por la Revolución Francesa.

Este concepto realmente moderno del liberalismo -sólo en su día revolucionario porque trataba de derribar el Antiguo Régimen- siempre ha tenido en su seno tendencias conservadoras y progresistas, y aun centristas, porque precisamente la libertad consiste en eso, en ser libre para orientar la acción política hacia la derecha o la izquierda siempre bajo el imperio de la ley. Pero contra el amplio abanico del liberalismo siempre ha habido también confrontación tanto desde la derecha como desde la izquierda, tanto desde la controversia democrática como desde el ataque despiadado de los totalitarios.

Han combatido el liberalismo fuerzas reaccionarias que se oponían a la Modernidad, desde los totalitarios carlistas, absolutistas, fascistas y nacionalsocialistas hasta los opositores democráticos como tradicionalistas, democristianos y nacionalistas. Y también fuerzas izquierdistas, desde los totalitarios comunistas y anarquistas hasta los opositores democráticos como socialdemócratas, confederalistas y nacionalistas. Unos totalitarios y otros no, pero siempre antiliberales. Y siempre los nacionalistas, desde la derecha o desde la izquierda, combatiendo la libertad de la persona.

II) TEXTO

Pues bien, en esta sociedad del espectáculo en que vivimos, nada es lo que parece, porque nadie mira a la profundidad sino que se queda en las burbujas de la superficie. Por ello resulta irrisorio el análisis que se hace habitualmente en los medios sobre la deriva del PSOE y la crisis del PP. Zapatero se dio cuenta de que para alcanzar el poder tenía que abandonar la socialdemocracia trufada de liberalismo del PSOE felipista, y se echó en manos del socialconfederalismo como manera de aliarse con los nacionalistas soberanistas para ganar el gobierno. Y Rajoy, escarmentado por dos derrotas consecutivas, y con la convicción de que la derecha en Cataluña y País Vasco no vota al PP sino a CiU y PNV, se ha lanzado también a resucitar la CEDA y organizar una especie de confederación española de derechas autónomas que sea simpática con las derechas nacionalistas para llegar a la Moncloa.

¿Puede un liberal defender el monolingüismo antiespañol en un tercio del territorio nacional conculcando el derecho de los ciudadanos españoles a educar a sus hijos en español? Evidentemente no. Pues varios caciques locales del PP lo han defendido ya, y Gallardón, por cadáver interpuesto de Rajoy, pretende hacer de esa ignominia un punto estratégico del nuevo PP, el partido simpático -¿quieren decir bufón?- con los nacionalistas. Fraga, franquista reciclado y antiliberal convencido, comenzó la ominosa prohibición del bilingüismo en Galicia; le siguió Matas en Baleares, y ahora Camps en Valencia. Ninguno de ellos puede presumir de liberal. De neocedista sí, porque como los caciques del siglo pasado defienden los privilegios locales para amarrar los votos con el populismo y el clientelismo. Puro antiliberalismo.

Si se trata de defender la libertad de los ciudadanos españoles, o lo que es lo mismo, la continuidad de España como nación política de ciudadanos libres e iguales, quizá haya llegado la hora de abandonar la alianza estratégica liberal-católica defendida por la mayoría de los liberales conservadores. La alianza con el conservadurismo católico-populista pierde su sentido porque una mayoría de este segmento social ha optado por 'el poder como sea', es decir, mediante la alianza estratégica con los nacionalistas, resucitando el engendro antiliberal de la CEDA. La prueba: no es la COPE -de momento- la que defiende la deriva neocedista del PP, sino lo más reaccionario del lobby católico con monseñor Cañizares, el Opus Dei, Intereconomía y Época a la cabeza, con La Razón del oligarca catalanista Lara y con el grupo Vocento de la oligarquía vasquista.

Quizá haya llegado la hora de que los liberal-conservadores unan sus fuerzas a los liberal-progresistas para defender la libertad de las personas. ¿Que dónde está la izquierda liberal? Pues en los que defienden la llamada 'izquierda de Euston', con Rosa Díez y Fernando Savater, una izquierda liberal, y por lo tanto alejada del antiamericanismo, del antisemitismo y de todos del 'anti' que en el mundo han sido. Los valientes que han sabido romper con la cúpula populista del PSOE.

El liberalismo en España se encuentra en una encrucijada y debería reflexionar sobre la deriva antiliberal de los dos grandes partidos españoles. No siempre, pero a veces una chispa prende la mecha de la libertad, como cuando unos pocos españoles gritaron ¡viva la Pepa! en 1812, o ¡viva España con honra! en 1868.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Esta propuesta es interesante, adelante con ella.

Anónimo dijo...

Podría ser una posibilidad que, aunque fuera temporalmente, Vidal-Quadras, San Gil y cía apoyaran a UPyD de forma directa o indirecta.

Es difícil, pero nunca se sabe.

Anónimo dijo...

Debías poner el "banner" "Aquí estamos con Federico"

Carlos Díez dijo...

Pues qué quieres que te diga: que estoy de acuerdo prácticamente en todo, que considero que has resumido muy bien la situación y que realmente, quien diga que estamos en una sociedad neoliberal, no sabe de lo que habla. Y mira que no me gusta el prefijo "neo", que generalmente suele significar que se es liberal pero casi pidiendo perdón, pero si para que hubiera algo de liberalismo hubiera que tragar el prefijo de marras, pues yo al menos, lo hacía contento.

Enhorabuena por esta entrada que no pasa de moda (al revés, el paso de los meses le da la razón) y saludos.