03 noviembre 2006

PAISAJE DESPUÉS DE LA BATALLA ELECTORAL: I - EL MURO Y EL PP


Las elecciones catalanas del 1-N han resultado históricas, y no sólo por la aparición contra todo pronóstico de un partido nuevo no nacionalista, Ciutadans. También por la bajísima participación ciudadana (57 %) e incluso por presentar un voto nulo doble del habitual. Todo ello marca una tendencia inexcusable: el hartazgo de gran parte de la ciudadanía por los partidos tradicionales catalanes.

Partidos tradicionales que incluyen un conglomerado nacionalista, el PUC, Partido Unificado Catalán, compuesto por CiU, PSC, ERC e ICV, y un "pobre apestado españolista", el PP, que últimamente había adquirido la "moral de esclavo" y se comportaba como un siervo mendicante ante el amo nacionalista. Todo ello componía el "corralito catalán", ese espejismo que hacía ver como un oasis lo que era en realidad un coto cerrado para la "famiglia", un coto protegido por el Muro, el muro político-económico-mediático catalán.

Un muro tan potente como fuera el de Berlín que ante el estupor del establishment catalán ha sido derribado por una troup de outsiders encabezada por un brillante chaval de 26 años, dos veteranos combatientes contra el nacionalismo culturalista catalán totalitario, a los que no conocía casi nadie salvo los pocos ciudadanos concienciados de la opresión catalanista, y con el lanzamiento y soporte de un grupo de intelectuales catalanes que se jugaron mucho al lanzar el manifiesto por un nuevo partido político.

Por ello, sorprende la ceguera de los dos líderes del PP, Josep Piqué y Montserrat Nebrera, que representando a un partido martirizado por los mamporreros del nacionalismo catalán, defendiendo desde el conservadurismo confesional lo mismo que defiende C's desde el liberalismo progresista, no ha sabido ver que nacía un potencial aliado para el futuro.

Porque sólo combatiendo el nacionalismo excluyente desde la derecha y desde la izquierda, ofreciendo a los ciudadanos la posibilidad de expresarse contra la tiranía pero a gusto dentro de su posición ideológica, cabe la posibilidad del triunfo en el futuro. Lo prueba el hecho de que la mayoría de los votantes de C's han salido de los desencantados del PSC - y de los barrios barceloneses que eran predio del PSC- y unos pocos del PP, siendo así que este partido sólo ha perdido el 1 % de los sufragios y por lo tanto se puede decir que técnicamente ha mantenido su cuota electoral.

Pero ambos miopes políticos del PP, asustados, o quizá mimetizando la tendencia a la descalificación y el insulto del disidente que practica el PUC, calificaron a C's de "extrema derecha", como hace el PSOE respecto al propio PP. Lo cual no sólo ha sido una infamia que podría costarle cara cuando necesite el apoyo parlamentario de los emergentes Ciutadans, sino que es una muestra del cretinismo político que impera en ciertos ámbitos del Partido Popular.

Otro día hablaremos del descomunal descalabro del muñidor Montilla y su PSC, del fracaso del arrogante Mas, y del insignificante reajuste en la izquierda catalanista entre ERC e ICV.

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