16 enero 2010

LAS NUEVAS RELIGIONES DE LA PROGRESÍA

La izquierda posmoderna, nacida del rescoldo del neorromanticismo que supuso el movimiento contracultural de los años sesenta, con los niñatos del Mayo del 68, los hippies y todos aquellos años maravillosos –para un adolescente-, se ha ido desarrollando en Europa más que en Estados Unidos, y cruzó el Rubicón con la caída del Muro de Berlín.

Recordemos que la izquierda democrática europea por un lado coadyuvó a la construcción del Estado del bienestar que acabaron asumiendo en buena parte las fuerzas conservadoras, y que por otro lado, aunque alejada de la izquierda totalitaria comunista, siempre miraba de reojo a la URSS, que era su referencia realmente existente a pesar de que la condenara por su falta de democracia. Lo que quiere decir que cuando el Muro de Berlín fue derribado y el imperio del ‘socialismo real’ se disolvió como un azucarillo, la socialdemocracia había perdido ya sus dos principales referentes ideológicos.

Esa izquierda aturdida, esa izquierda náufraga que había sido parte principal de la Ilustración empezó a mirar hacia otro lado, buscando referentes en su contrario conceptual, en el neorromanticismo surgido en los años sesenta. La contracultura nos había traído el pacifismo, el orientalismo, el indigenismo, el multiculturalismo, el localismo, el esoterismo. Y la izquierda se hizo mayoritariamente posmoderna, una izquierda reaccionaria por adversaria de la Ilustración, y comenzó a agarrarse a salvavidas antiiluministas para volver a movilizar a sus bases sociales.

Todos los leitmotivs de esta progresía, que podemos definir como la enfermedad senil del progresismo, son neorreligiosos, porque la posmodernidad se basa en la vuelta al oscurantismo, la superstición y el romanticismo. Ya en el siglo XX floreció como religión política el nacionalismo, entonces enemigo irreconciliable de la izquierda ilustrada. Pero hoy en día el filonacionalismo y el filoislamismo son dos de los referentes más importantes de esta nueva izquierda extravagante y divagante.

Y el tercero es una religión política basada no en la ecología, que es una ciencia admirable, sino en la ecolatría, que es una secta apocalíptica. Podemos denominar a esta neorreligión como climatismo, que junto al islamismo y el nacionalismo conforman el corpus místico del ‘club de los progres muertos’ que domina hoy los medios de comunicación y por tanto es mayoritario en la sociedad mediática en que vivimos. En cambio el marxismo –otra religión política- y el cristianismo, que fueron en el pasado siglo dos componentes religiosos de la izquierda, ya no cotizan en su ideario.

Algunos estamos hartos de esta izquierda convertida en una reaccionaria secta religiosa con su buenismo de irresponsable pacifismo, su relativismo cultural absolutamente suicida que abraza las causas más reaccionarias como el nacionalismo y el islamismo, y su Apocalipsis anunciado del cambio climático. Y seguimos pensando que, aunque hoy minoritaria, existe una izquierda ilustrada, es decir, dispuesta a defender la libertad contra los fanáticos, poseedora de fuertes valores universales y democráticos, y progresista en lo cultural y lo tecnológico. Una izquierda liberal.

2 comentarios:

Abate Marchena dijo...

No tienes coherencia. Dices en tu entrada que Catalunya está secuestrada por la lacra de los nacionalismos, y seguidamente que Espanya es una nación de ciudadanos libres.
La coherencia te tendría que llevar a decir un Estado de ciudadanos libres.
Toda Nación tiende a la hegemonía y a la unicidad.
Cada vez te veo más incoherente.

Anónimo dijo...

Gran parte de la gente que está intentando sabotear UPyD, tanto en Cataluña como en otras comunidades, son derechistas y nacionalistas españoles metidos en UPyD como consecuencia de la indefinición del partido, totalmente contrarios a esa izquierda liberal a la que alude el Capitán Trueno.

Nada a compartir con ellos en el plano ideológico, pero una cosa es cierta: UPyD sigue siendo prácticamente invisible en Cataluña. Su presencia más que testimonial yo diría que es fantasmal. Hay que ponerse las pilas ya.