Una política sencilla que se basa en jugar a todas la cartas, de forma que gane quien gane, ella siempre está al lado del vencedor.
La demostración de ello lo vemos de continuo con las incursiones de los representantes de Dios en los predios del César. Por supuesto siempre de forma disimulada e indirecta. Mientras Rouco y Cañizares abogan sin decirlo por el PP, Setién y Uriarte siempre lo han hecho por el nacionalismo vasco más extremo, y Blázquez y el nuncio del Vaticano compadrean con Zapatero.
¿Cabe mayor perfección? Cuando gana Zapatero, ahí está. Cuando gane el PP, ahí estará. Y allí estará cuando el País Vasco se independice siguiendo la senda de los elefantes de los Balcanes, cuyo último bramido es Kosovo -atención al reconocimiento por parte del Vaticano de una secesión unilateral e ilegal, contraria al derecho internacional y a la ONU-.
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