12 octubre 2006

¡LIBERTAD, LIBERTAD, LIBERTAD!

Nuevamente, como durante la campaña del estatut, un acto de un partido democrático y no nacionalista ha sido reventado por las hordas social-nacionalistas, esa amalgama de totalitarios que conforman el PUC, Partido Unificado de Cataluña, esa mezcolanza de nacionalistas de diversos pelajes, socialistas, democristianos, comunistas y republicanos, pero todos ellos unidos por el fanatismo de una fe nacionalista que nada tiene que envidiar a la que alumbró el nazismo en la Alemania del Siglo XX.

El primer acto preelectoral del PP en Cataluña ha sido boicoteado, y varios de sus dirigentes insultados, golpeados y agredidos. Como le pasó a Ciudadanos esta primavera, como le pasó al mismo PP en la campaña del estatut. Todo el que no comulga con la fe nacionalista está condenado a muerte, sea política, sea física como en el País Vasco. La Santa Inquisición no perdona; el ateo, el agnóstico y el hereje del nacionalismo no tienen cabida en su particular dictadura.

Zapatero no defiende al ciudadano libre de los agresores social-nacionalistas por una sencilla razón: porque él es el líder de esa Santa Alianza. Resulta evidente que el Estado de derecho ha desparecido de Cataluña, cuando no existe libertad plena de expresión, de reunión y de manifestación. Es patético que los miembros de un partido democrático tuvieran que huir de las agresiones al grito de ¡Libertad, libertad, libertad! Grito que utilizábamos algunos durante la dictadura franquista.

Unas veces actúan como camisas pardas los maulets y las juventudes de ERC; otras veces las juventudes de CiU; en esta ocasión, de forma descarada las juventudes del PSC, las juventudes de Montilla. Al quedar al descubierto de una manera impúdica el tal Jordi López (siempre el complejo de charnego), el felón Montilla lo ha expulsado, pero inmediatamente ha organizado el contraataque de manera miserable: no sólo no ha expulsado al concejal socialista de Martorell que también participó en la turbamulta de fanáticos agresores, sino que con la ayuda del hermano del conseller Nadal, el director del periodicucho ampliamente utilizado en los bares para suplir la habitual falta de papel higiénico, ha dado la vuelta como a un calcetín a la agresión totalitaria.

Ahora resulta que un militante del PP que repelió los cacerolazos y los golpes de los social-nacionalistas, es culpable de agresión. Pronto será en los medios catalanes el único agresor. Porque nacionalistas y socialistas saben mucho de convertir los verdugos en víctimas. Si el nazismo llegó al poder gracias a los votos fue porque su experto en propaganda y agitación, Joseph Goebbels, llegó a convencer a una mayoría de alemanes de que la noble raza aria era víctima de la perfidia de las ratas judías. Por eso acabaron éstas convertidas en humo y jabón.

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