22 marzo 2006

UN ESTATUTO SIN CONSENSO


La política irresponsable de nuestro AS (Adolescente Solemne) ha dado su fruto: Las Cortes españolas, donde reside la soberanía nacional desde que en 1812 la revolución ilustrada llegó a la política española y se instauró la democracia moderna, están a punto de aprobar un estatuto de autonomía para Cataluña por primera vez sin el consenso de la mayoría cualificada de los representantes políticos de los ciudadanos españoles.

Nuestro AS, nuestro campeón de alianzas de civilizaciones con los no civilizados y de confederaciones de nacionalistas que reniegan de España, ha conseguido que la comisión del Congreso apruebe un estatuto inconstitucional disfrazado de constitucional, para que su colega la presidenta del Tribunal Constitucional dé en su día el visto bueno con su voto de calidad, como ha hecho recientemente con el recurso previo del PP.

El día que se instaure este Estatut no se rompe España, por supuesto. Pero se abre la puerta para que en el futuro, y paso a paso, año tras año, mediante la ruptura de la unidad de los elementos que componen el cemento que une el Estado -el poder judicial, la Hacienda, la Seguridad Social, el mercado-, se consiga una separación de facto. Y para que en el momento oportuno se consagre de iure, gracias a la definición en el preámbulo de Cataluña como nación, y por tanto, como sujeto de soberanía.

Pero este estatuto además de fraudulento es doblemente reaccionario, porque por un lado rompe la igualdad de todos los españoles ante la ley por devolver los privilegios feudales a la oligarquía catalana, y por otro lado divide a los ciudadanos catalanes en dos castas, la de los hombres libres –los nacionalistas- y la de los siervos –los no nacionalistas-.

¿Dónde están aquellos cuarenta diputados socialistas que iban a rebelarse contra la deriva multinacionalista de Zapatero? ¿Dónde están los Bono, Ibarra, Vázquez, Guerra, los líderes socialistas que iban a defender la libertad y la igualdad de todos los ciudadanos? Ninguno de ellos quiere perder poltronas, momios, prebendas, canonjías, sinecuras.

Ninguno de ellos quiere ser Rosa Díez.

Desgraciadamente ninguno de ellos tiene la dignidad política y moral de Rosa Díez.

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