29 enero 2006

EL ASALTO A LA AMÉRICA MODERNA DEL INDIGENO-SOCIALISMO


El asalto a la Modernidad continúa en Iberoamérica de la mano del dictador caribeño Castro y del coronel golpista Chávez. Una vez se han comido la ficha de Bolivia, ahora toca Perú.

Para el proyecto peruano han sacado de las catacumbas a otro militarote golpista, un tal Ollanta Humala, hijo de padre indígena y madre blanca. Pero bueno, como lo que ahora toca es el indianismo, él se proclama sucesor del imperio Inca, y lo de su madre no deja de ser un accidente.

Este analfabeto funcional dice hoy en las páginas de El Mundo que “ha construido un proyecto político indigenista, nacionalista, progresista y de izquierda”. Si tenemos en cuenta que desde los albores de la Ilustración, pasando por la Revolución Francesa hasta la revolución proletaria propugnada por Marx y Engels, el indigenismo y el nacionalismo son los baluartes de la Reacción frente al proyecto progresista y de izquierdas, llegaremos a la conclusión de que el mundo se ha vuelto del revés.

O bien cabe otra interpretación. En la Alemania del siglo pasado las fuerzas nacionalistas, racistas, románticas y reaccionarias se alzaron contra el Progreso sustantivado en la democracia liberal, y para su asalto a la Modernidad se vistieron con ropajes “socialistas”. El invento se llamó nacional-socialismo.

El asalto a la Modernidad en la América Latina también se disfraza con túnicas incaicas de izquierdismo. Lo podríamos llamar “indígeno-socialismo”. Pero su naturaleza es la misma que la de Bestia nacional-socialista del siglo pasado, la naturaleza de la hidra de la cien cabezas que amenaza la Modernidad desde el fondo de la caverna. Cabezas con forma de nacionalismo, indigenismo, islamismo, campesinismo, orientalismo, multiculturalismo, relativismo cultural, retroecologismo, historicismo. De nuevo, la gran impostura.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Un placer leerle capitán.
sali en dirección a su encuentro, desde el Mástil en el que me encuentro encaramada, a la espera que pase el temporal.
No sabemos cuanto falta. Pero se podría afirmar que definir y dar los nombres apropiados es el principio del fin
en inglés se dice
to call a spade a spade